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miércoles, 2 de julio de 2014

El miedo a la muerte

Las edades y la muerte (Hans Baldung Grien)

No recuerdo cuando empecé a temerle a la muerte. De hecho no estoy seguro de si hoy en día la temo. Supongo que no pienso en ello aunque reconozca la importancia de un hecho tan significativo como es el de dejar este mundo. Tampoco estoy seguro de que dejemos este mundo para ir a uno mejor o, simplemente, diferente. Tampoco pienso mucho en ello.

Con esto no quiero decir que sea un hedonista obcecado en la búsqueda de placeres constantes sin molestarse por minucias como la vida, la muerte, de dónde venimos o a dónde vamos. ¡Claro que me interesan esos temas! Desde las soluciones que aportan las clásicas religiones como el judaísmo, cristianismo, islamismo, budismo y todos los “ismos” existentes, a las nuevas fórmulas New Age que muchas veces hace falta cogerlas con pinzas para que no se desmonten –como algunos de los “ismos” citados anteriormente-. Simplemente no pienso mucho en ello.

Suelo pensar en lo que me rodea, en lo que puedo, en cierta medida, descubrir por mi propia iniciativa. Suelo pensar en mi trabajo, en mi familia, en mis amigos, mi sector empresarial, mi agenda, mi generación. A veces también pienso en porque pienso en tantas cosas y no me puedo limitar a trabajar y ver la televisión como el resto del planeta. ¿Acaso soy un rarito? Podría ser.

Pienso en mis amigos y familiares, en mi hermano y mi mujer, en mi generación. En la generación “mejor preparada de la historia” incapaz de encontrar un trabajo en condiciones. En una generación que se ve despreciada y castigada, cortándole las alas a un 50% de los jóvenes de este malherido país que no pueden emprender el vuelo, dependiendo enteramente de su familia. Jóvenes que a los 25 años están muertos en vida, apáticos, sin ganas de buscar trabajo pues las calabazas laborales empiezan a ser más duras que las románticas.

Todos ellos se encuentran entre la espada y la pared. Los más valientes escapan, huyen de la perversión de este país para asentarse en cualquier otra capital europea y tratar de remontar su mala suerte laboral. Jóvenes cualificados, estudiantes de las mejores universidades públicas de España se ven obligados a ejercer los trabajos más precarios sólo con la promesa de poder emanciparse, dejar de depender de una posible dañada economía familiar y, en el mejor de los casos, poder aportar algo de dinero a sus congéneres. Todo elloteñido con el sarcasmo, despotismo y demagogia de los dirigentes españolesdiciendo que si los jóvenes emigran es por –y cito textualmente- “instintoaventurero”. Una genialidad, sobretodo teniendo en cuenta que Javier Arenas nos decía en 2011 “No acepto que los jóvenes tengan que emigrar a Europa para trabajar“  ¿Que habrá cambiado entre noviembre de 2011 y diciembre de 2012? Ah! Si! Para 2012 ya estaba gobernando el PP. Que discurso más camaleónico.

Pilares de la economía española. Por Kap

La realidad de la marcha de todos aquellos jóvenes españoles que necesitan buscarse vida es evidente, creo que no hace falta exponerla pero haremos un breve resumen. Si eres joven y vives en España apenas tienes tres alternativas de trabajo: el turismo, la escasa industria plagada de personal no cualificado –mozo de almacén, torero, repartidor, etc.- o el sector servicios. Todos ellos realmente dañados por la crisis.


Si por el contrario queremos innovar y aportar valor añadido a nuestro trabajo, por ejemplo, emprendiendo tendremos las mayores trabas burocráticas de toda la UE, así como el cuarto país donde resulta más caroemprender. Para colmo, el crédito no fluye, la confianza en los jóvenes por parte del sector bancario es completamente nula y, echando más leña al fuego, el gobierno“liberal” de los PPeros pone trabas a los pocos sistemas de financiaciónalternativos, el crowfunding –y me pregunto yo, si el crowfunding es un sistema más de financiación que puede impulsar la creación de nuevas empresas, ¿Por qué lo regulan? ¿No están los “liberales” PPeros a favor del libre mercado? Puede que simplemente traten de evitar que jóvenes con mejores ideas que las suyas les puedan quitar una porción del pastel clientelar de España, no vaya a ser que se hunda su chiringuito como un castillo de naipes-. Entendemos pues, que si en el Reino Unido (UK) apenaspagas impuestos al emprender y el propio Estado, como tal, te da un margen de maniobra para iniciar tu empresa, automáticamente el país da varias vueltas en I+D, empresas con valor añadido y originalidad en servicio/producto a España. Hecho que se traduce, innegablemente, en una mejora de la economía estatal. 

Vía Vozpopuli.com

Ellos se van ¿y a nosotros que nos queda?

Una emigración masiva de jóvenes en un país como España puede causar demasiado daño como para contabilizarlo numéricamente. Ya no solo hablamos de la cultura, el impulso, las nuevas ideas y la frescura que pueden aportar estos chicos y chicas que se han visto obligados a huir del país. Hablamos de la muerte, lenta, cruel y agónica de nuestra nación –aunque nunca haya gustado esa palabra-.

España es un país que ha basado su economía en el turismo, la energía –renovable o no- y la compraventa de productos de baja rotación y alto coste de producción. Unos ejemplos básicos es la industria automovilística, la industria naval y armamentística, los grandes electrodomésticos como frigoríficos, aires acondicionados, lavadoras o, en última instancia y más evidente si cabe, el sector inmobiliario. Si asumimos que nuestra economía tiene una gran parte de su peso en bienes de tal calibre, hemos de pensar también quien está dispuesto a consumir dichos bienes.

Los cabos sueltos empiezan a atarse, ¿verdad? Los sectores energéticos prácticamente se basan en su consumo interno, pues las infraestructuras de las grandes compañías energéticas dejan mucho que desear de cara al extranjero. La industria naval se dejó caer en la época de Felipe González y no remonta cabeza desde que China, Korea o Tailandia empezaron a producir buques como churros. ¿Qué nos queda?

Sin jóvenes España se queda sin potenciales consumidores de automóviles, se queda sin personas que quieran emanciparse y por lo tanto se queda sin compradores de casas, sin compradores de lavadoras, neveras o demás electrodomésticos. En definitiva, se queda vendida al turismo.

Un turismo que ha sido fomentado de la forma más radical. Un turismo a toda costa. No es que España sea vista desde Europa o el resto del Mundo como el centro cultural, histórico y artístico que es. Se ve como un país con bebida, tabaco y droga extremadamente barata en comparación con los países de origen de nuestros ‘visitantes’. Conseguimos pues un turismo de mala calidad, con una falta de respeto total por el lugar visitado que va en búsqueda de una fiesta prolongada.

Cuestión de demografía

InstitutoNacional de Estadística (INE)

Cerramos el año 2014 con  un 0,4% menos de gente que en 2013. En 2013 más de 250.000 personas emigraron de España. Generando uno de los peores indicadores de crecimiento anual de población de este siglo: concretamente un -0.47% de crecimiento.

InstitutoNacional de Estadística (INE)


Actualmente nos situamos con 46,5 millones de habitantes, cifras muy próximas a las de 2010. Entre 2013 y 2014 hemos perdido 1,2 millones de habitantes. Y hemos de tener en cuenta que estas graficas no nos muestran a todos aquellos jóvenes que han emigrado para buscar empleo en la Unión Europea, pues siguen siendo ciudadanos españoles de facto.  

InstitutoNacional de Estadística (INE)


Se han reducido los nacimientos en 102.000. Mientras que España ha perdido, entre 2013 y 2014, 500.000 jóvenes de entre  20 y 40 años. Como contrapunto podemos ver cómo ha aumentado el crecimiento relativo en un 20% el número de ancianos de 75 a 95 años o más.

InstitutoNacional de Estadística (INE)


Podemos ver como se proyecta la curva de inmigración/emigración. Cada vez más personas optan por emigrar del país mientras que, con ello, aumenta la cantidad de gente que decide no venir a España. Nos estamos quedando en un país desértico en el que la población se encuentra asustada de tener un hijo por lo que pueda llegar a costar –económicamente hablando- o por lo que pueda suponerle a su hijo/hija vivir en un país enfermo como lo es España.


Alguien hará algo para cambiarlo. Digo yo, vaya.

La cosa no es tan sencilla como parece. Los ciudadanos, aliviados por los paños calientes del gobierno y el humo que les venden protestan cada vez menos. Según El Confidencial las manifestaciones empiezan a descender a los niveles previos a la victoria de Rajoy . Eso solo puede significar una de dos:


  • O el pueblo español vive bajo el yugo de algún fármaco sedante
  • O el pueblo español se ha quedado sin gente que proteste.

Las cifras son algo desalentadoras: todos aquellos que esperen una gran movilización de la población joven que no esperen encontrarla en la calle, seguramente la puedan encontrar en las estaciones de trenes, autobuses o en los aeropuertos.

“Una de cada cuatro mujeres de la generación de 1970 –que cumplen ahora 42 años– acabará su vida fértil sin hijos, cuando para la generación de 1955, sólo una de cada diez mujeres no tenía hijos a los 50 años”

 Hablar de revolución, de cambio sistémico, regeneración democrática o proceso constituyente –elige la tuya- sin unas juventudes claramente organizadas, informadas y que sepan que demandas tienen se hace harto complicado. A todo esto hay que sumar que la gente que se queda en España, cada vez más vieja, cada vez está menos dispuesta a aceptar una revolución pues sus medios informativos no dejan de ser las plataformas pagadas por el sistema –ya sea el gobierno de turno, partido político afín, empresa afín al partido político, etc.- por lo que su visión del conjunto de la situación es mucho más sesgada.

En un futuro hablaremos de cómo los medios de comunicación manipulan a los telespectadores para hacerles ver solo una parte de la situación en vez de observar, explicar y debatir el prisma completo. Mientras tanto tendremos, en España, mayores de 55 años alimentando su ideario con propaganda televisiva como Intereconomia, 13TV, laSexta, Antena3, Telecinco y, sobretodo, RTVE.

Parece que sólo nos queda la opción de aceptar la muerte y es algo que ahora empieza a asustarme.

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