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miércoles, 4 de marzo de 2015

El enemigo común III. Secesionismo catalán.

Hace tiempo que no actualizamos pero nos apetecía empezar a retomar el hilo sobre el monográfico de "El enemigo común" de todos los españolxs, es por eso que recomendamos la lectura de la primera y segunda parte del mismo, indispensables para la correcta comprensión de esta tercera entrega. Este post ha sido redactado por una persona residente en Cataluña que ha vivido el proceso independentista actual desde sus inicios y comprende la realidad catalana, pasada y actual. 

Lamentablemente muchas de las fuentes citadas en este artículo se encuentran en catalán, rogamos que comprendan que eso se escapa a nuestro control, aun así consideramos que vale la pena incluir dichas fuentes para, realmente, confirmar nuestras teorías.

En tiempos de crisis: Patria


En ciertas ocasiones, tanto el Stablishment como el Estado optan por crear un enemigo lo suficientemente grande como para mantener su estrategia de distracción y enfrentamiento el mayor tiempo posible. A veces, cuanto más extravagante sea el enemigo común mejor resultado ofrece, pues en ciertas ocasiones no es necesario combatir ese enemigo sino, simplemente, convivir con él, tenerlo a mano para poder utilizarlo siempre que resulte necesario. Ese es el caso del problema secesionista Catalán.

Hay que subrayar el hecho de que es el propio Stablishment quien crea ese enemigo interior y a la vez exterior, pues el proceso soberanista catalán (por mucho que se empeñen los independentistas, ya que les va la causa en ello) nunca ha sido un movimiento transversal efectuado por la población sino que ha sido iniciado, promovido y enfatizado por las fuerzas políticas del momento.

Remontémonos a los orígenes de éste conflicto: tras siete duros años de tripartito catalán (2003-2010) formado por PSOE, ERC e IVC, el despilfarro económico, la incapacidad del grupo para gestionar correctamente la economía catalana e impulsarla por la vía productiva, el acomodamiento que supuso la burbuja inmobiliaria (recordemos que Cataluña fue una de las comunidades más afectadas por las malas praxis de la burbuja) y el descontento generalizado en Cataluña por unas políticas de corto alcance, poco ambiciosas y con un sospechoso tono gatopardista, en 2010 se celebran unas nuevas elecciones en las que Convèrgencia i Unió obtiene 1.198.000 votos, sumando un total de 62 escaños, el 38.5% del parlamento según la Wikipedia.

Ante el desolado panorama en que se encontraba: una Generalitat en la ruina, a punto de quebrar, ni un solo proyecto viable de financiación a gran escala, ni una estructura financiera indemne por culpa de la burbuja inmobiliaria… CiU opta por una tercera vía de gobierno: la independencia catalana. La primera vez que Artur Mas habla sobre planes de independencia lo hace durante su discurso de investidura del 20 de diciembre de 2010.

Su intención, en nuestra opinión, es muy clara: distraer la atención de los diferentes casos de corrupción en el seno de CiU (como el CasoMillet), que lentamente empiezan a aflorar y, a su vez, tapar los futuros casos que saldrían más adelante (algo que muy astutamente previeron).

¿Por qué pensamos que lo previeron? El sistema clientelista actual, idéntico en todas las comunidades españolas, se basa en un sistema de degoteo de riqueza al más puro estilo neo clásico, en el que los legisladores riegan sistemáticamente un entramado de empresas públicas y privadas, asociaciones, funcionarios, etc. vía subvenciones  o adjudicaciones de presupuestos y/u obras públicas. Evidentemente no hace falta ser un genio para saber que, cuando falte dinero, los que se van a quedar sin parte del pastel van a ser los que se encuentran en la parte inferior de la pirámide. Éstos tratarán de tirar de la manta lo máximo posible para chantajear así a sussuperiores. Pero  si se enmarca todo en un contexto de lucha o guerra abierta entre Cataluña y el resto de España, siempre se podrá alegar que son difamaciones para tratar de evitar “lo inevitable” [la secesión catalana].

No podemos culpar a Artur Mas por intentarlo, es la reacción clásica de una casta acorralada, tratar de desviar la atención y, puesto que por aquel entonces no existía una firme oposición al Stablishment (si, nos referimos a nuevos partidos como Podemos, Guanyem, Equo, Partido X, RED, Ciudadanos, etc.), era necesario inventarse un nuevo enemigo común, el estado español o, dicho de otro modo, todo el territorio de España que no forme parte intrínsecamente de Cataluña.

Realzar el nacionalismo en Cataluña supuso un cambio paradigmático en la forma de entender la política en nuestra tierra. De repente cuestiones tan importantes como la aprobación de los presupuestos anuales de la Generalitat, las becas concedidas a los estudiantes universitarios, las ayudas a los parados, las pensiones e incluso la sanidad y la educación se instrumentalizaron para poder utilizarse como un chantaje entre Cataluña y España en una autopista de doble vía.


La manipulación mediática

Era todo muy sencillo: el discurso ya estaba creado, de hecho ya habían muchos convencidos, simplemente era necesario exagerarlo hasta llegar a todos aquellos reacios a la idea y hacerles creer que todos los males de Cataluña eran originados por España. ¿Cómo? Pues de la forma más creativa: simposios de “España contra Cataluña”, una abultada subvención a la ANC por parte de la Generalitat y de otros organismos afines como TV3, la manipulación de la historia catalana y española , la demagogia en promesas de futuro que quedan en nada… La lista es interminable.
Solo para citar uno de los casos más impactantes: la ANC no tiene ningún tipo de reparo en vendernos una maravillosa Cataluña donde existirán listas abiertas o donde el sueldo mínimo interprofesional subirá hasta los 900€, en definitiva, un país donde se pueda tomar helado de postres todos los días. Un país de ensueño. Pero para ello deben demostrar al mundo su poder, gritar a los cuatro vientos que realmente Cataluña quiere independizarse de España, es entonces cuando nos encontramos con las espectaculares imágenes del 11 de septiembre de 2013 y 2014. La vía catalana realizada en 2013, según la Generalitat, contaba con 1,6 millones de participantes, mientras que Societat Civil Catalana (SCC) contabilizaba casi 800 mil. En 2014, la “V” de “votar” o de “victoria” reunió a 1,8 millones según la guardia urbana, unos 500 mil según la Generalitat.

Empezamos a estar acostumbrados a los bailes de números, así que no hace falta que entremos en detalle sobre quien tiene razón o quien no, tomemos por válidas las cifras del  gobierno catalán. Esos 1,6 millones de catalanes independentistas no resultan suficientes para formar mayoría, teniendo en cuenta que la población de Cataluña supera los 7 millones de habitantes, había que hacer algo. Nuestros amigos de la ANC se ponen en marcha una increíble campaña (increíble por aquello de que resulta difícil de creer) en la que se solicitan 100.000 volutarios para ir puerta por puerta convenciendo a los diferentes habitantes de Cataluña de las tremendas bondades de la independencia. Cercanos conocidos míos sufrieron la incómoda experiencia (un servidor se libró) en la que unos desconocidos llaman a tu puerta, con libreta en mano, con todos tus datos civiles y tratan de argumentar el porqué de la independencia con argumentos reciclados de los discursos de Mas y cía, increíble pero cierto. 
 
¡Importante! La ANC os demana a todos que pongáis un cartel en vuestra escalera de vecinos con el lugar donde se ha de ir a votar. ¡Pássalo! Ahora es la hora, 9N hagamos un país nuevo #SioSi
Curiosamente, muchas de esos argumentos a favor de la independencia como el salario mínimo, una mayor calidad de enseñanza en las escuelas públicas, una mayor calidad en la sanidad, etc. Son, actualmente, competencia de la Generalitat de Cataluña, dicho de otro modo, todas las razones por lo que deberíamos querer un país independiente se puede realizar hoy en día en el marco político actual. Entonces, ¿Dónde está la ventaja?



Desmontando los argumentos secesionistas.

Los argumentos en defensa de la independencia catalana, escaso en objetivismo y repletos de un sentimentalismo, a nuestro parecer, creado, inflado y masificado por los gobiernos secesionistas se basan, principalmente, en la –supuesta- falta de estima del resto de España hacia Cataluña. Hacen aguas cuando cruzas las fronteras catalanas. Empecemos por desmontar una pequeña lista de razones más comunes para postularse a favor de la independencia, aunque, en nuestro caso, nos descubrirán las falacias del secesionismo catalán.

“Queremos la independencia para acabar con un trato económico injusto."



Uno de los puntos más conflictivos y, a mi modo de entender, más fáciles de desmontar. “Cataluña” (entre comillas), se queja de un excesivo pago de impuestos respecto a otras poblaciones.  Bien, eso es completamente falso, son los ciudadanos los que pagan impuestos, no las regiones, en todo caso existirán impuestos regionales  que puedan suponer una diferencia en el montante total de impuestos pagados por cada ciudadano, o dicho de otra forma, si un ciudadano de Barcelona paga más impuestos que un ciudadano Sevillano probablemente sea por un exceso de impuestos impartidos por la Generalitat de Cataluña, quien por cierto, ha  sido la C.C.A.A. que más impuestos ha creado durante la crisis.

Por otro lado, el pago de impuestos no puede ser proporcional al número de servicios estatales que recibe un ciudadano, entonces directamente no servirían de nada pues uno se financiaría su seguridad social que, a su vez, dejaría de ser social para ser privada (algo así como una capitalización de la S.S. o las pensiones, un pensamiento de corte extremadamente neo clàsico). En un sistema proporcional, es normal que quien más tiene, más pague y a su vez reciba menos.

El segundo matiz al mal llamado “expolio fiscal” a Cataluña es que en la mayoría de gráficas secesionistas se contabilizan los impuestos recaudados por personas jurídicas establecidas en Cataluña, es decir, empresas.  Es por eso que el montante total de impuestos pagados por la “comunidad catalana” es tan elevado. Así cualquiera. Se aprovecha la situación de que Cataluña es una de las regiones donde hay más empresas con sede establecida para desvirtuar los números totales.

Como contrapunto, el hecho de que exista una actividad económica tan grande en Cataluña facilita que haya un intercambio comercial con el resto de España, así pues es muy habitual encontrar empresas que prestan sus servicios o venden su mercancía a diferentes empresas del resto de España. Ese I.V.A. facturado por esas empresas “exportadoras a España” se fiscaliza en Cataluña, otra trampa numérica que engrosa la productividad catalana. Evidentemente, dichas empresas son las que están facturando ese beneficio, pero dicho beneficio proviene, a su vez, de beneficios obtenidos por empresas del resto de España, ergo hay un reparto de riqueza que acaba derivando en Cataluña por el simple hecho de hay un mayor número de empresas establecidas ahí.

En lenguaje llano, si tenemos 20 manzanas que crecen por toda España y las llevamos a una fábrica de envasado en Cataluña, la productividad de Cataluña subirá ya que existirá una mayor actividad empresarial allí, pero es absolutamente dependiente de esas 20 manzanas, pues sin ellas no hay actividad empresarial que valga.


“Queremos la independencia por el simple hecho de que así lo pueda querer una mayoría de catalanes.“

Esta es, para mí, la más divertida de todas ellas. Empezaré a tratar la cuestión con el pasado 9N de 2014, donde se realizaron una especie de encuesta / referéndum sobre la independencia de Cataluña. En esa encuesta / referéndum hubo alrededor de un 70% de abstención y casi un 30% de SiSi (Si a Cataluña como un estado y Si a Cataluña como un estado independiente).

En un clarísimo ejemplo de falta de democracia y transparencia con los colegios electorales plagados de propaganda secesionista (algo terminantemente prohibido en unas elecciones vinculantes en las que ningún partido político u opción de voto pueden realizar propaganda el día de la votación) o con Oriol Junqueras (ERC) contando los votos cual observador anónimo, se vendió como un triunfo de la democracia pero con la cabeza baja, entre susurros y amenazas por parte del estado Español de perseguir judicialmente a los propulsores y organizadores del evento (hecho que hasta hoy no ha sucedido). Para defender ese 70% de abstención se justificó con que la gente tenía miedo de ser arrestada o perseguida por participar, sorprendente. Me pregunto ¿qué hubiera ocurrido si el proceso se hubiese dado a la inversa? Pese a ese paripé del 9N, parece que Artur Mas aún no tiene claro si la mayoría de catalanes quieren la independencia o no.


Así pues con un 30% de población convencida (o muy convencida), el señor Artur Mas se presenta ante el pueblo catalán y nos dice que se decidirá el futuro de Cataluña como país en las próximas,  mal llamadas, elecciones plebiscitarias. Paradójicamente, los gobernantes de Cataluña pretenden utilizar el mismo marco legal español en materia de votaciones (nuestra querida ley de Hont) para decidir el futuro de Cataluña, “de forma democrática”.

La democracia se basa en la compensación y limitación del poder para que no exista un núcleo duro capaz de hacerse con todo él. Por eso debe existir una importante separación de los poderes legislativo, ejecutivo, judicial e informativo que competirán entre ellos y se vigilarán los unos a los otros. Este sistema garantiza la no acumulación de poder  en unas únicas manos y, por ende, evita totalitarismos como el fascismo. Mas nos propone lo contrario.

Mas nos propone unas elecciones donde demos al poder legislativo la capacidad de decidir sobre los demás poderes sistémicos, pudiendo pasar por encima de ellos decretando de forma unilateral la independencia (la conocida DUI – Declaración unilateral de independencia). Perdonen pero no encuentro la democracia por ningún lado.

Es evidente que la estrategia está bien pensada, CiU y ERC compiten para ser mayoría en el parlamento catalán, por lo que posiblemente o uno , u otro, o ambos, consigan una representación lo suficientemente importante como para justificar su declaración unilateral de independencia. Hace unos meses lo tenian todo ganado, aunque parece que actualmente el panorama está cambiando.



En el marco político catalán PSOE sigue muy debilitado por el fracaso del tripartito, ICV está al borde de la desaparición, fagocitada por un Podemos  ambiguo que no se posiciona ni a favor ni en contra de la independencia (como viene siendo habitual últimamente), un PP absolutamente anecdótico como ha sido siempre. La sorpresa nos la ha dado Ciutadans, capaz de darle la vuelta al panorama político catalán pasando de 9 escaños a 23-24 según El Periodico, alcanzando virtualmente a ERC.

"Queremos la independencia  para acabar con los falsos debates identitarios.”

Bueno, un absurdo más. El resto de españoles lo tienen muy claro, los catalanes son catalanes y españoles, dudo que exista una importante mayoría que piense que es positivo prohibir la enseñanza en catalán, es más, en ningún momento se ha limitado la identidad catalana por parte de esta “nueva democracia” del 78. Al contrario, se han realizado concesiones tras concesiones.

Quienes han encendido el debate identitario han sido los propios secesionistas, capaces de generalizar ante las afirmaciones de una minoría fascista que, efectivamente, no respeta la identidad de Cataluña como no respeta la del País Vasco o la de cualquier otra región, pero no dejan de ser minoría nostálgica, en muchos casos, del fascismo franquista.

El problema es que desde Cataluña tampoco se respeta la identidad de sus ciudadanos, de ser así no obligarían a decidir entre ser catalanes o ser españoles, pues una enorme parte de la población catalana se siente así, catalana y española.
Cataluña, entre otras cosas, apenas permite rotular en castellano. La documentación legal o burocrática se realiza en catalán, así como toda relación entre ciudadano y Generalitat. En las escuelas se enseña en catalán y, salvo una mínima parte de la población, el conjunto de padres está contento con el resultado. Yo mismo, hijo del bilingüismo catalán-español, no he tenido ningún problema lingüístico más allá de alguna falta ortográfica que, muy a mi pesar, nunca se me ha dado bien. El idioma, per se, no es ningún símbolo identitario, existen grandes diferencias entre los dialectos chinos pero eso no supone ningún tipo de segregación. En Suiza se habla francés, inglés e incluso italiano y no han perdido su identidad, dicho de otro modo: disponer de varios idiomas en una región no supone una condición sinequanon para que haya conflictos identitarios.

"Queremos la independencia  porque un estado pequeño es más sencillo de gestionar.”

Disculpen pero ante tal argumento solo me entra la risa floja, pero no de nerviosismo, sino de incredulidad ante semejante excusa pretenciosa, no fundamentada y desmentida a lo largo de la historia que nos pretenden colar. Lo resumiré muy rápidamente con ejemplo sencillo:

¿Sabían que los peajes catalanes son propiedad de la Generalitat de Cataluña, y que ésta los ha permitido, sustentado y apoyado constantemente?
Tras los peajes, instalados mayoritariamente por Jordi Pujol y que son propiedad de la Generalitat de Cataluña, no de España, se encuentra la empresa Avertis, con accionistas como La Caixa, (25%), Criteria CaixaCorp (con un 25%, CaixaCorp es un holding de empresas compuesto mayoritariamente por La Caixa), Salvador Alemany (actual presidente y asesor de Artur Mas, ¿curioso verdad?)  y Ramón Pascual Fontana (consejero de La Seda Barcelona, curiosamente al igual que Artur Mas, ¿no les huele un poco raro aquí?).

Extraído de la web de Abertis
Currículum de Artur Mas extraído de la web de CiU


Casualmente CiU debe más de 17 millones de euros a La Caixa que posiblemente les perdonen (como los de Kutxabank hicieron a UDC  o como hicieron con el PSC y con ERC) a cambio de no sabemos qué tipo de favores, pues 17 millones de euros no se le prestan a cualquiera y no cualquiera renunciaría a ellos. Creo que los cabos atan por si solos, tan solo hace falta ver como los grandes nacionalistas catalanes se negaron a quitar los peajes tras el movimiento #novullpagar que se puso en pie allá por el 2012.

¿Cómo podemos justificar que un país más pequeño se gestionará mejor si somos incapaces de gestionar nuestra autonomía? ¿Con que legitimidad lo afirmamos? Somos incapaces de detener una de las cuestiones más aberrantes impuesta por la Generalitat de Cataluña y que afectan a más catalanes, y eso que solo somos una comunidad autónoma. ¿Qué haremos como país? Parece evidente que éste argumento, como tantos otros, cae por su propio peso.


Los verdades aspectos económicos de la secesión.

Para acabar, nos gustaría exponer en unas pinceladas lo que está suponiendo, verdaderamente, para Cataluña el experimento de la secesión. En 2010 Cataluña disponía de casi 5 millones de euros en inversión extranjera (concretamente 4,825) con una deuda de 34.697 millones de euros (evidentemente, una deuda contraída en su mayor parte con España). En 2014 la inversión extranjera ha disminuido hasta 1.094 Millones de euros, casi un 75% en 4 años según el Ministerio de Economía y Competitividad. Además su deuda ha aumentado hasta 57.146 millones de euros.

Uno de los principales motivos ha sido la inestabilidad política de la zona, sumado además al hecho de que muchas empresas con sede catalana se han trasladado a Madrid o bien por motivos económicos o bien por motivos ideológicos. Estas son las cifras de una Cataluña aún sin independizar, cifras que no acompañan a la confianza ni interna ni externa de la región.

Fuentes al respecto:


Conclusiones

El argumentario secesionista se basa, fundamentalmente, en un victimismo mal entendido y trangiversado, en unos argumentos sentimentalistas y paternalistas (algo paradójico viniendo de éstos chicago boys de CiU) y en una trangiversación de la historia y de los hechos actuales. El modelo elegido para transmitir ese sentimiento está perjudicando gravemente la confianza en la región, mermando su economía y, a la vez, desmontando el mito secesionista de Cataluña como motor de España o Europa. Desde Canibalismo político somos más que conscientes que España necesita una profunda reforma, pero no parte de la división de la misma pues el problema sigue encontrándose ahí. Para muchos catalanes un país nuevo supone cambiar la palabra “España” por la palabra “Cataluña” en la constitución del  78. Eso a nosotros no nos vale, estamos convencidos de que se puede optar a un modelo de país que respete las particularidades individuales de cada región, así como su historia y cultura, y a su vez nos unifique a todos en un proyecto común hacia el bienestar global de la población tanto de España como del resto del mundo mediante la solidaridad, honestidad, sentido común, raciocinio y perseverancia.